Las relaciones entre África y Europa están marcadas por un pasado turbulento, y un presente dominado por la desigualdad económica, una inmigración fuera de control, así como la proliferación de conflictos armados y crisis humanitarias.
La Cumbre UE-África celebrada estos días en Lisboa tenía como objetivo acabar con ese pasado turbulento y abrir nuevas vías de negociación para cerrar los vestigios colonialistas en África y establecer una nueva relación más ordenada tanto política como económicamente. Una Cumbre marcada por la presencia del dictador Robert Mugabe, quien enturbió el inicio de este “acontecimiento histórico”. El líder zimbabuense acaparó toda la atención y provocó la ausencia del primer ministro británico, Gordon Brown.
De cara a la galería, la Cumbre pretendía ser el escenario de una serie de acuerdos que ayudarían al desarrollo del continente africano, como es el desarrollo de infraestructuras, el problema de la inmigración o los derechos humanos. Pero problemas como los acuerdos comerciales (que en un principio no estaban en la agenda de las cuestiones a tratar) han provocado el enfrentamiento de los líderes africanos y europeos. Enfrentamiento que tiene su origen en el colonialismo europeo en el continente africano.
La herida del colonialismo no ha cicatrizado aún (a pesar de lo que algunos líderes europeos quieran hacer ver), y según el líder libio, Muammar el Gaddafi, “ha llegado el momento de que los colonizadores indemnicen a los colonizados”, ya que “todos sabemos que los débiles también consiguen vengarse”.
Esta herida abierta ha marcado la Cumbre UE-África. Pero aún así se ha cerrado con buenas palabras, y una estrategia conjunta basada en ocho grandes asuntos, entre los que están la inmigración, los derechos humanos, el cambio climático o el comercio. Éste último asunto ha quedado “abierto”, ya que los países del continente africano se han negado a firmar los nuevos acuerdos de liberalización económica, para lo que piden “relaciones más justas y adaptadas a su economía”.
La pregunta ahora es ¿se trata en realidad de ayudar al desarrollo de África o por el contrario el objetivo es la creación de una “nueva política colonialista”, por parte de las grandes potencias europeas?
Hay que alejarse del espectro colonial, algo que la UE tiene especial interés en conseguir lo antes posible, no sólo porque es el mayor socio de África (lo que se puede considerar “la nueva política colonialista”), sino por la sombra de China, que en los últimos años ha quintuplicado su comercio con África.
Al margen del problema colonialista, hay algunos que no consideran que el problema de África se haya solucionado con la celebración de esta Cumbre. Según Plácido Micó, líder opositor ecuatoguineano, la Cumbre no ha abordado el principal problema africano, “la falta de democracia”. Según Micó, “la política de la UE hacia África se mueve entre el paternalismo y la ineficacia”. Para el principal opositor de Obiang, esta Cumbre no aborda el principal problema de los africanos. No basta con aportar dinero e infraestructuras, hay que educar al pueblo africano en la democracia, así como educarlo en la utilización de sus recursos.
La Cumbre UE-África celebrada estos días en Lisboa tenía como objetivo acabar con ese pasado turbulento y abrir nuevas vías de negociación para cerrar los vestigios colonialistas en África y establecer una nueva relación más ordenada tanto política como económicamente. Una Cumbre marcada por la presencia del dictador Robert Mugabe, quien enturbió el inicio de este “acontecimiento histórico”. El líder zimbabuense acaparó toda la atención y provocó la ausencia del primer ministro británico, Gordon Brown.
De cara a la galería, la Cumbre pretendía ser el escenario de una serie de acuerdos que ayudarían al desarrollo del continente africano, como es el desarrollo de infraestructuras, el problema de la inmigración o los derechos humanos. Pero problemas como los acuerdos comerciales (que en un principio no estaban en la agenda de las cuestiones a tratar) han provocado el enfrentamiento de los líderes africanos y europeos. Enfrentamiento que tiene su origen en el colonialismo europeo en el continente africano.
La herida del colonialismo no ha cicatrizado aún (a pesar de lo que algunos líderes europeos quieran hacer ver), y según el líder libio, Muammar el Gaddafi, “ha llegado el momento de que los colonizadores indemnicen a los colonizados”, ya que “todos sabemos que los débiles también consiguen vengarse”.
Esta herida abierta ha marcado la Cumbre UE-África. Pero aún así se ha cerrado con buenas palabras, y una estrategia conjunta basada en ocho grandes asuntos, entre los que están la inmigración, los derechos humanos, el cambio climático o el comercio. Éste último asunto ha quedado “abierto”, ya que los países del continente africano se han negado a firmar los nuevos acuerdos de liberalización económica, para lo que piden “relaciones más justas y adaptadas a su economía”.
La pregunta ahora es ¿se trata en realidad de ayudar al desarrollo de África o por el contrario el objetivo es la creación de una “nueva política colonialista”, por parte de las grandes potencias europeas?
Hay que alejarse del espectro colonial, algo que la UE tiene especial interés en conseguir lo antes posible, no sólo porque es el mayor socio de África (lo que se puede considerar “la nueva política colonialista”), sino por la sombra de China, que en los últimos años ha quintuplicado su comercio con África.
Al margen del problema colonialista, hay algunos que no consideran que el problema de África se haya solucionado con la celebración de esta Cumbre. Según Plácido Micó, líder opositor ecuatoguineano, la Cumbre no ha abordado el principal problema africano, “la falta de democracia”. Según Micó, “la política de la UE hacia África se mueve entre el paternalismo y la ineficacia”. Para el principal opositor de Obiang, esta Cumbre no aborda el principal problema de los africanos. No basta con aportar dinero e infraestructuras, hay que educar al pueblo africano en la democracia, así como educarlo en la utilización de sus recursos.
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